Si no pienso no existo, así que demos por sentado que debo pensar las 24 horas del día para mantenerme viva, ya que en el momento en que no lo hago desaparezco. Así pues, daré por hecho que si dejo de pensar voluntariamente seré una suicida suicidandome. Si me obligan a dejar de pensar estarán cometiendo un homicidio. ¿Entonces los que me hacen pensar más de la cuenta me hacen sentir más viva? Los dolores de cabeza por el sobreesfuerzo se convierten en... orgasmos. Debes agradecer a los políticos, a los programas de televisión con preguntas, a tus padres... a todo el que te hace pensar la vida. Por esta regla de tres, si pienso más entonces viviré más años, así pues, debo pensar mucho. Si pienso mucho llegaré a ser immortal. En el momento en que crea conveniente morir porque ya he disfrutado suficiente de mi immortalidad dejo de pensar y muero. Porque dejo de pensar y en consecuencia dejo de existir. Entonces he nacido porque un día, decidí pensar, es decir, era algo abstracto que un buen día decidió pensar y como consecuencia tuvo que existir.
Pero... ¿pensar equivale a existir? Porque si no es así nada de lo que he dicho tiene sentido.
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