Miro a mi alrededor. Cierro los ojos. "No te engañes, ya no te volverás a dormir, seguramente son más de las 10, demasiado tarde para tí". Abro los ojos, pero esta vez de verdad. Me despierto. Pienso. ¿Sábado, domingo...? Que más dará. ¿Hace frío? Pantalones cortos y jersey, un tanto incómodo para dormir, pero ahora ya es tarde. No hace frío. Inspección rutinaria del piso, no hay nadie. Hago que huela a leche hirviendo y galletas, aunque me quedo en la primera fase, hoy el hambre se ha quedado dormido. Un CD, quiero decir, el CD. Pero antes me ducho. Ahora sí. El CD se pone en marcha. Podría decir que es perfecto si no fuera porque al cabo de 39 minutos y 19 segundos me tengo que levantar a cambiarlo por el segundo. Pienso. Reflexiono. Intento entender. No me preocupo. Le doy vueltas. Le vuelvo a dar más vueltas. Y más. Y otra vuelta. Y otra, otra, otra... creo que de tanta vuelta me he mareado, y con el mareo las ideas han huido. Nos quedamos el cd y yo, cara a cara, cuerpo con cuerpo, melodía con melodía. "Porque melodía, eres tú". Mi parte más cursi renace de sus cenizas y cobra bastante fuerza en el momento más íntimo. Me gusta intimar con los CD's, pero con este especialmente. Todas y cada una de las veces que lo hemos hecho ha sido diferente. Solos, acompañados, serenos, drogados, en casa, en el metro, en el patio del colegio destrangis (e incompleto), de día, de noche, en el sofá, en la cama, en el suelo, llorando, riendo. Con 7 años, con 13, con 16. Que más dará el sitio, el estado, el momento, la edad. Cada vez es diferente, pero no sé porqué, hoy lo he disfrutado más.
Morning Glory.
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1 comentario:
Después de 14 años acompañándome, algunas veces omnipresente, otras más escondido, he de decir que es una de las mejores descripciones que he leído sobre él.
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