Después de cambio de lugar y de fecha, de mal humor por estos hechos y por lo poco que me convencian algunos temas del nuevo disco, allí estabamos, un martes a las seis de la tarde haciendo cola delante del Palau Sant Jordi para por fin verlos. Poco después de las siete abrieron las puertas y a las ocho y cuarto empezaron los teloneros Biffy Clyro. Qué decir de este grupo. Una mezcla de Fall Out Boy, Weezer y... ¿cualquier grupo intento de post-hardcoretas ídolos de massas adolescentes quinceañeras con flequillos kilométricos y pelo liso? Lo siento mucho, pero no superaron la prueba de motivar (todavía más) al Sant Jordi. Para colmo, los señores del Palau decidieron poner música house para hacer más larga la espera hasta las 21:30. ¿Qué clase de persona escucha Muse y música house? Es verdad que para gustos, colores, pero sigue siendo algo contradictorio.
Así pues, después de unos teloneros suspendidos, una música de ambiente más que mala y diez minutos de retraso, las luces se apagaron y la tela que cubria tres curiosos bloques situados en el escenario caía, el espectáculo empezó. El grupo apareció con Uprising, haciendo enloquecer al público, ya no sólo por su calidad musical, y más en directo, sino por la puesta en escena, aunque, también hay que reconocer, un poco fría por su parte.
Seguidamente protagonizaron canciones del nuevo disco, The Resistance como el tema que lleva el mismo nombre que el álbum, o United States Of Eurasia, donde Bellamy dejó al público enajenado con el piano, seguido de la cover Feeling Good, ya conocida por todos sus fans. Repasaron temas de otros discos, como New Born o Map Of Problematique, aunque no olvidaron ni mucho menos el nuevo disco (sólo se dejaron por tocar I Belong To You y la segunda y tercera parte de Exogenesis), como ya he comentado. Hicieron vibrar al público con ya himnos del grupo como Starlight, y dividieron el Palau con la polémica Undisclosed Desires, encontrando medio Sant Jordi enloqueciendo y medio más enfadado. Pero la culminación del concierto, sin duda, llegó con Plug in Baby: por fin veíamos al grupo en sus orígenes y en estado puro, sin simfonías ni tonterias, por fin Muse en estado puro.
Sobre las once desaparecieron del escenario para poco después volver y acabar el concierto con Exogenesis: Symphony, Part 1: Overture (vale decir que la canción pierde la gracia en directo, ¿dónde está la orquestra?), Stockholm Syndrome y, finalmente, Knights Of Cydonia. Y vaya final. Si en Plug in Baby el público ya estaba eufórico, en Knights, aunque fuera la última canción, lo dieron todo. Sacamos fuerzas de dónde pudiomos y acabamos de disfrutar de, seguramente, uno de los mejores conciertos de nuestras vidas.
¿Quién se acuerda ahora de todos los cambios de recinto, fecha, y de la Copa Davis?
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