jueves, 14 de octubre de 2010

New York Conversation

Hoy, estaba viendo una conocida serie americana, con localización explícita en Nueva York cuando me he acordado de la conversación que tuve con una amiga ayer por la tarde, y de mi anterior reflexión hace unas semanas sobre el tema que tratamos: Nueva York.
Y es que desde pequeña, siempre que a un grupo de niños y niñas nos preguntaban a qué ciudad querriamos ir de viaje, todo el mundo decía Nueva York. Menos yo. A mi Nueva York me daba absolutamente igual, quiero decir, para ver edificios altos me voy a Bangok, que está el primer o segundo edificio más alto del mundo. Para ver un parque grande me voy a Londres, que con el Hyde Park ya tengo de sobras y está más cerca. Si quiero perderme entre salas de museos me voy a París o a Roma,... La cosa es que Nueva York me parecía el sitio menos interesante de la faz de la tierra, a parte del más contaminado y pontencialmente más peligroso por el pequeño detalle de que un par de aviones habian decidido derrumbar un par de edificios muy altos llamados Torres Gemelas o algo así.
La gracia está en que, desde hace un par de meses, me muero por ir a Nueva York. Sueño con pasearme por la quinta avenida, perderme por el Central Park, admirar todas las obras expuestas en el MoMA... y todo por culpa de las series americanas ambientadas en Nueva York. Me presentan una ciudad dónde todo pasa y todo puede pasar, donde puedes conseguir lo que quieras y más. Donde puedes reír, llorar, conocer a gente, estrechar grandes lazos...
Así que gracias HBO y otras productoras, habeis conseguido que hasta la persona que más odio le tenia a la Gran Manzana, desee formar parte de ella.