lunes, 25 de agosto de 2008

The best half part of us.

Deja de una vez a parte las formalidades, sabes que conmigo no van.
Reapareces al cabo de tres años y te presentas a la puerta de mi casa cual Romeo debajo del balcón de Julieta aún sabiendo que siempre he odiado la gente así. ¿Donde has dejado tú cabeza? Me suplicas que baje, sin darme explicaciones, como si nunca hubiera habido un adiós, hasta siempre. ¿En que estás pensando? Que te piensas que soy, ¿un libro el cual puedes ir a buscar o abandonar a gusto del consumidor? Diciendote que no, me continuas suplicando y sí, me hielas. Tus melodiosas palabras, tu dulce voz empieza a hacer el mismo efecto que siempre habia tenido sobre mí. Ya sabes, me quedo sin palabras, inmóbil, cautibada. Y bajo corriendo en medio de la oscuridad, con la sudadera que me regalaste cuando nos conocimos que aunque pasen los años me sigue viniendo gigante. Y casi me tropiezo, como siempre. Y de repente te encuentro allí, mirandome, con la sonrisa de siempre pero más guapo que nunca y se me vuelven a borrar todas las palabras que habia medido milímetro a milímetro y guardado para decirte ahora mismo.
Ahora ya me da todo igual, estoy en tus brazos y nada me puede pasar, y el dolor de todo este tiempo, de estos tres años, de estos trenta y seis meses, de estos mil noventa y cinco dias se borra y se lo lleva el viento como el pétalo de una rosa.

miércoles, 13 de agosto de 2008

Concierto para dos

Nos esperaba una noche loca, como las de antes, tu y yo, a solas. Un pequeño piso con sitio para dos, pizzas al microondas, alguna que otra cerveza de esas que nunca nos han gustado pero siempre hemos tomado. Un tarro de helado de dulce de leche, aunque no era ni por asomo la cosa más dulce que habia en ese habitáculo de apenas cincuenta metros. Dos entradas para nuestro grupo, de esas baratas de ocho euros, ya sabes, a las diez puntuales o allí no entra ni dios.
Y empezaba nuestro íntimo festival. Des de fuera podria parecer una orgía seguramente, tantos cuerpos juntos en una pequeña sala, moviendose arriba y abajo, al son de los gritos de un cantante más bebido de lo normal. Pero estabamos los dos, todo eso no importaba, y es que el concierto era para dos, tu y yo, como siempre habia sido, y nada más. Todo se paraba cuando estabas a mi lado, el mundo entero desaparecía y eso es lo que estaba pasando por última vez. Fue la mejor hora y media que nunca habia pasado a tu lado, cada segundo que pasaba, que vez que me rozabas, cada beso que me dabas, me dejaba sin aire y mi corazón se paraba. Y quería que nunca se acabara, estar a tu lado para siempre, con quien soñaba cada noche,
porque es a tí a quien amaba. Pero llegó la hora, ese momento que tanto habiamos hablado pero que nunca me podía acabar de imaginar.
Te ibas, te ibas para siempre.
Y no volverias jamás.