miércoles, 21 de mayo de 2008

Sugus y un trozo de cielo

Una vez, hace tiempo, me hablaron de un lugar donde el cielo no era cielo, donde las personas eran más que almas libres, donde no existia la palabra sueño, pues áquel sitio ya lo era.
Un sitio donde la gente no sabia el significado del término tristeza, donde no importaba de donde fueras ni quien fueras, y menos los años que tubieras.
Pregunté en que país estaba eso y si valia mucho dinero ir hasta allí, ya que faltaban dos semanas para que mi madre cumpliera los odiados treinta años y tenia en mano tres mil pessetas, que seguramente me podian dar para almenos un billete.
Me dijeron que a ese sitio no se llegaba en tren y ni en avión, a lo que yo contesté extrañada que entonces, como pretendia llegar, ¿andando?
Me explicaron que para llegar a ese sitio no se necesita dinero ni un billete, ni pies, ni un coche, es más, a ese sitio no se llegaba queriendo. Mi cara fue de circumstancias, pues no entendia lo que áquel hombrecillo decia. Me ofreció un sugus y me explicó que hay veces en que la gente no es feliz y cree que todo está perdido, en que no encuentra su camino o bien ha perdido las ganas de encontrarlo. Ese tipo de gente se cierra en si misma y cree que no hay nadie que le ayudará, que está solo en el mundo.
De repente, se encuentran en ese sitio, sin quererlo ni desearlo, sin saber siquiera que existía. Ese sitio donde entiende que quizás, la vida puede ser algo más que desgracias, donde siempre, aunque ellos no lo vean, habrá un hueco para ellos y una dosis de felicidad esperandolos cuando lleguen a casa.
¿Quien dice que los sugus y el cielo son cosas inútiles?

lunes, 19 de mayo de 2008

Mamá

Mamá, hace tiempo que me encuentras rara. Me preguntas que me pasa, te contesto que nada. De vez en cuando estallo, te digo que me quiero ir, pero lo único que hago es hacerte sentir culpable. Es cuando me siento peor, y todo se me hace más grande.
Mamá, hace tiempo que por las noches no duermo. Le doy vueltas y vueltas, pero no saco nada de provecho. Cada noche siento tu abrazo y tu beso, tu dulce "Buenas noches" y es allí cuando desearia que aguardaras toda la noche a mi lado, sin soltarme, protegiendome de todo aquello que me impide dormir, soñar tranquila.
Mamá, hace tiempo que las cosas parecen ir mejor, pero a medida que pasa el tiempo yo me siento peor. Miles de temores se adueñan de mi pequeño corazón y de mi desordenada mente, y yo solo sé esperar a que algo ocurra y todo lo malo desaparezca, pues he visto que no puedo hacer nada.
Mamá, hace tiempo que él me hace daño. No te lo quiero decir, ya sabes el porqué, no quiero hacer sufrir más. Sé que en el fondo, él es un blanco fácil y que al minimo despiste podremos acabar con él para siempre.
Mamá, acaba de llamar, y acaba de preguntar por tí. Sabes que estoy llorando, sé que tu lo estás a punto de hacer. Pero tambien sé que somos mucho más fuertes que él.

sábado, 3 de mayo de 2008

Gabiotas

Todo había acabado, estaba solo, en medio del mar, como él queria. Su muerte fue lo peor que nunca me había pasado, pero tenia el consuelo que él estaba feliz de haber acabado allí.
Miro hacia atrás y no puedo creerme nada de lo que ha pasado, es como un cuento.
Hace algunos meses cojí la costumbre de pasear cada noche por el puerto. Esa hora y media de paseo me proporcionaba un equilibrio que nunca habia conseguido tener en toda mi vida. Esa hora y media de paseo me proporcionaba una puesa de sol distina cada dia, una sensación nueva cada instante.
El segundo dia me di cuenta de que un chico de unos trece años me sehuia durante media hora y se paraba en un banco. Cuando volvía a pasar seguía allí, quiero, solo, observando la inmensidad del mar. Al séptimo dia me senté a su lado y sentí algo muy extraño en mi interior. Sin entender porqué saqué de mi bolso la cámara que llevo siempre y le enseñé todas mis fotografias. Él solo sonreía. Todavía no se cuanto tiempo estubimos mirandonos y sonriendonos. Tampoco se cuanto tiempo estubimos observando el mar. Cuando miré la hora ya eran las nueve y decidí volver a casa. Me giré hacia él para despedirme pero ya no estaba. En su lugar había una fotografia tomada en ese mismo lugar con una gabiota volando. Detrás ponía: "¿En que crees que piensan las gabiotas? Miralas, son libres."
Al ver esa frase no sabía si reir o realmente pensar en lo que me queria decir.
A partir de ese dia iba siempre a ese mismo sitia e reunirme con él. Me explicó que le gustabam los cielos y el mar. Me explicó que las gabiotas son seres libres y que las envidiaba mucho, tenian todo lo que él deseaba: Libertad, Mar y Cielo. Cuando me lo explicó por primera vez me tuve que contener la risa, pero más tarde entendí lo que quería decir con todo eso.
Poco a poco nos fuimos conociendo más y me di cuentas que esa personita del puerto era la mejor persona que nunca había conocido, la única que me entendia y compartia mis ideas.
Hace dos semanas se presentó un poco más tarde y algo pálido. Le pregunté que que le pasaba y me explicó que estaba algo enfermo, pero que no me preocupara.
El dia siguiente no apareció. ¿Se habia can sado de venir? ¿No queria hablar más conmigo? ¿Estaba enfermo? Mi mente se nublaba de pensamientos cual más malo que otro.
Pasaron los dias y seguía esperando, no falté ni un solo dia. Al sexto, apareció un chico de unos dieciséis años. Se presentó como su hermano y me explicó que nuestro pequeño estaba en coma. Hacia cinco meses que estaba enfermo y nunca me habia dicho nada. Como no le podía ir a ver me dijo que mañana a esa misma hora vendría por si le queria dar algo. Y efectivamente, a las siete y media apareció.
Le di una foto que le hice hacia un mes cuando yo llegaba tarde. Se le veia sentado mirando la puesta de sol con una gabiota al lado. EL hermano la vió y la giró extrañado, allí habia algo escrito: "Las gabiotas son felices".


(Cuento ganador del concurso de St. Jordi'08, hecho por mi.)