viernes, 28 de enero de 2011

Cosas que odio

Me gusta mucho odiar cosas, ya que me ayudan a descargar toda mi ira y rabia que se va acumulando día a día en mi interior y que soy incapaz de exteriorizar. Por eso, tengo mi lista personal de cosas que siempre he odiado, odio y siempre odiaré. Algunas tiene sentido que odie, otras no. Algunas nacieron como odio pasajero y por alguna extraña razón las he trasladado al odio perpetuo y otras (ahora que lo pienso, casi ninguna) tienen una base sólida y fundamentada. A parte, tengo de mi lista de odio pasajera, aquella añado y elimino elementos sólo como forma de castigo o para hacerme sentir mejor por unos instantes.
Empecemos pues, con la lista de cosas que siempre he odiado, odio y siempre odiaré:

1. El mes de septiembre
2. Las arañas
3. Las medusas
4. La Nouvelle Vague
5. Tim Burton
6. Cristiano Ronaldo
7. Jim Carrey
8. Las olivas
9. El vinagre
10. El Real Madrid
11. Jordi Soto
12. Equivocarme
13. No entender algo
14. El Reaggeton
15. Los leísmos
16. El hotmail y la gente que usa hotmail
17. Gente obesa con ropa ajustada
18. El ruido de la aspiradora
19. No ser 100% sincera con mis propios sentimientos
20. No pedir que otra persona sea 100% sincera conmigo acerca de sus sentimientos hacia mi
21. Tener alergias
22. Todo lo relacionado con Windows
23. La gente que ha estudiado el bachillerato social, humanístico o artístico y no aceptan que los de ciencias son más inteligentes
24. Mi madre explicándome como soy realmente
25. Mi madre creyendo que me conoce
26. Los espectáculos de mi abuela
27. Animal Collective
28. Echar de menos a alguien
29. El comunismo
30. Bruce Springsteen

Creo que lo dejo en el 30, porque estoy empezando a asustarme de mi misma y de la cantidad de odio que acumulo en mi interior.

miércoles, 26 de enero de 2011

Where is my mind?

18 de enero de 2011, 22:39 horas.
Ya no me acuerdo que es que te duela el corazón metafóricamente hablando.
En cambio, ya no recuerdo que es que no te duela nada, físicamente hablando.
¿Esto es el equilibrio? Porque vaya mierda de ying yang que tengo entonces.
Aunque hay algo que debo reconocer: soy feliz, quiero decir, estás aquí para hacerme olvidar que me duele algo.

26 de enero de 2011, 18:40 horas
Y de repente, pum. Me duele el corazón, físicamente hablando. Pero mucho, mucho.
Y me doy cuenta que no me duele porque me pase algo, tranquila, pienso, no te va a dar un ataque al corazón.
Me duele porque me han hecho, me he hecho daño en el corazón, metafóricamente hablando.
Qué pasa, ¿ahora he aprendido a somatizar todos y cada uno de mis sentimientos?
Qué pasa, ¿si tu no estás aquí o eres tú la razón de mi dolor hasta el corazón me debe doler como si estuviese al borde de la muerte?
Ya lo dicen, mejor no preguntar, o en algunos casos, mejor no regirar aquello que no debes: sólo encontrarás cosas que no te gustan y además las malinterpretarás todavía más.

26 de enero de 2011, 19:16 horas
Ahora en serio, ¿todo esto va a durar mucho más?
Porque señora, creo que me quiero retirar.

Por cierto, bonito día para acabar jodiéndolo de esta manera.

miércoles, 19 de enero de 2011

Cómo perderlo todo en una conversación

Sencillos pasos y consejos para perder todo aquello que tienes en una conversación, dividido en diferentes categorías. ¡Una oportunidad única que los no-lectores de este blog no podéis dejar pasar!

Empezaremos con la típica conversación que se convierte en disputa, la más usual en este campo de la pérdida. Para ello, necesitamos:
-Un sujeto A y un sujeto B dispuestos a mantener una conversación.
-Ganas de pelea por parte de uno de los dos sujetos o de los dos.
-Una o dos frases dolorosas.
-Una o dos frases fulminantes.
La realización es totalmente básica y nos servirá como base para otras pérdidas:
1. Establecer la conversación entre sujeto A y sujeto B.
2. Introducir la primera frase dolorosa después de un previo calentamiento de la conversación.
3. Como resultado del segundo paso, obtendremos una mezcla perfecta de furia y enfado, a la cual sólo nos quedará añadirle una frase fulminante y, si el otro sujeto lo requiere, otra, para acabar con la pérdida de todo aquello que el sujeto A y B eran, tenían y/o compartían.

La segunda receta que os traigo hoy es quizá la más dolorosa por parte del que llamaremos sujeto X. Para ello necesitamos:
-Un sujeto X (con algún tipo de desestabilidad emocional temporal).
-Un sujeto Y con ciertas ganas de pelea.
-Un par de frases dolorosas.
Por supuesto, necesitaremos, como siempre, ganas de establecer conversación entre los dos sujetos. Un factor que tenemos que tener en cuenta es el hecho que, normalmente, el sujeto Y no tiene constancia de la desestabilidad del sujeto X:
1. Establecer conversación, aunque sea un poco forzada a causa de la desestabilidad del sujeto X, entre éste y el Y.
2. Calentamiento por parte del sujeto Y hacia el X, seguido del par de frases dolorosas.
3. Derrumbamiento automático del sujeto X.

Finalmente, os traigo la última receta sobre pérdidas en una conversación. Una receta fácil, pero que requiere su tiempo. Para ello, necesitaremos:
-Dos sujetos (N y M) con una larga trayectoria personal conjunta (la larga trayectoria se puede substituir por una intensa trayectoria aunque sea corta).
-El paso del tiempo.
-Una última conversación.
Advertir que, como he dicho, esta receta requiere su tiempo, ya que no se trata de una pérdida inmediata, sino de una pérdida que acaba zanjándose en una conversación:
1. Ir separando lentamente la trayectoria conjunta de N y M.
2. Aplicar el paso del tiempo (recordar que esto implica añadir los cambios que sufren los dos sujetos al largo de éste) y dejar reposar la amistad unos meses.
3. Reunir a los sujetos en cuestión y contemplar cómo ya no forman una mezcla homogénea: al contrario de eso, se convierten en una mezcla totalmente heterogénea.

Y hasta aquí el capítulo de hoy. Espero que os sirva en vuestras futuras pérdidas, que seguro que no serán pocas.

sábado, 15 de enero de 2011

Cuestiones de Familia (I)

Lola nació un caluroso verano allá por el 1966. Sus padres, Lola y Francisco, la engendraron la primera noche que pasaron en su pequeño piso alquilado en Magdeburg, Alemania. Francisco, trabajador convencido y socialista de corazón, emigró a la tierra prometida vistas las pocas probabilidades de éxito en su pequeña aldea y, por qué no mencionarlo, por un pequeño encuentro con algún que otro Guardia Civil.
Después de dos semanas cruzando media Europa en burra, pasando sed, hambre y frío cual explorador descubriendo los fiordos noruegos pero sin suficiente abrigo y sin estar disfrutando de un viaje de placer, Francisco llegó a la tierra prometida, que en ese momento tomó el nombre propio de Magdeburg, aunque en ese momento el pobre Francisco no supiese ni pronunciarlo, ni apenas leerlo.
El día siguiente a su llegada, Francisco se levantó a las cinco para ser el primero en estar delante de la fábrica en la que su primo Antonio estuvo trabajando durante un año antes de emigrar esta vez a Suiza, ya que el amor de su vida nació y se crió en Berna. Pero esa es otra historia. Así, a las siete de la mañana, Francisco estrenaba su mono de trabajo y empezaba su primera jornada laboral en la fábrica de madera de Magdeburg. Y es que, si algo aprendió este buen hombre de los comunistas es que si querían o les gustaba algo, lo querían o, en su defecto, lo contrataban, en menos que pronuncias Stalingrado.
Después de trabajar doce horas al día, siete días a la semana, cuatro cientos cincuenta días, Francisco recaudó el dinero suficiente para poder regresar a su pequeña aldea natal en autobús, casarse con su amada Lola (que llevaba cuatro cientos sesenta y cinco días preparándose para la boda y contando los días que faltaban para que volviera su futuro marido), volver a la tierra prometida con su nueva esposa y alquilar un pequeño piso al lado de la bonita catedral de la ciudad.
En cuanto Lola (madre), que decir: una chica de veinte años que nunca había salido de su pequeña aldea y de repente se encontraba en la otra punta del continente, viviendo con el hombre al que quería, sí, pero al fin y al cabo, sin su madre, ni sus cuatro hermanos, ni sus conejos, ni sus gallinas, ¿qué iba a hacer? Lola sabía que aquello era una gran oportunidad, que ya tenía edad de casarse y debía encontrar algún trabajo porque la venda de ganado ya no daba para toda la familia, pero de eso a llevarla a un sitio extraño dónde hablaban extraño... se habían pasado. Menos mal que Francisco le consiguió un trabajo como cocinera en el bar de la casera del piso. A ella lo que le gustaba era cocinar: hacer guisos, carnes, pasteles, sopas, pescado, lo que fuese. Y además no necesitaba hablar alemán, o como le llamaba ella, ese idioma que debe doler al hablarlo.
A los cinco meses de llegar a la nueva tierra, y con el ánimo remontando, Lola se percató que había engordado un par de quilos y que hacía cinco meses que no tenía el periodo. Y en fin, a partir de aquí creo que ya os podéis hacer una idea: en ese momento Lola se dio cuenta de la existencia en su interior de Lola.
Una Lola alemana que nació un caluroso verano allá por el 1966.

viernes, 7 de enero de 2011

Mamá, quiero ser artista.

Es todo como muy extraño, quiero decir, de un día para otro estás viendo cine comercial norte americano y el día siguiente eres fan de la Nouvelle Vague. Que si La Nuit Américaine por aquí, que si Pierrot le fou por allá, que si estoy enamorada de Anna Karina porque es muy guapa... pues os diré algo: Pierrot le fou está basada en una novela, Anna Karina estuvo casada con Godard, y La Nuit Américaine me parece una castaña. Lo siento: no soy lo suficiente moderna y alternativa para estudiar cine quizá.
Pero es que de un día para otro pasas de escuchar
Arctic Monkeys porque te parecen cojonudos a escuchar y ser super fan de Animal Collective. ¿Qué no has escuchado el Merriweather Post Pavilion? Joder, no eres nadie. Pero bueno, Animal Collective habían ido a parar al rincón del olvido hasta que hace unas semanas los organizadores del Primavera Sound los confirmaron para la edición de este 2011. Aunque en fin, ahora lo que mola es Daft Punk y The Third Twin, madre mía, ¿serán el mismo grupo? Qué emoción, ¡qué misterio! Y encima van al Arenal Sound, ¡eso sí que es indie!
Pero bueno, que más da. De un día a otro pasas de leer
Harry Potter, el puto amo, a ser fan de Bukowski. Porque Harry Potter es para niños y además es super mainstream, Bukowski y todas esas cosas que ni él sabe lo que quieren decir molan más.
Porque lo que se lleva ahora es ser diferente a todo el mundo.
Aunque actualmente eso implique ver películas que carecen de argumento y aburridas.
Aunque actualmente eso implique escuchar música que más que música es ruido, o con un poco de suerte sonidos creados por un ordenador.
Aunque actualmente eso implique leer libros que no entiendes.
Porque lo que se lleva ahora es ser GILIPOLLAS.