viernes, 10 de agosto de 2012

To A.


We were lying at the beach as we were in love. We looked like two lovers knowing their destiny is to be together, forever, without doubts. Everything was simple, clear, innocent. Everything was flowing. Nobody asked anything, neither us. Everything was natural, as we were meant to be, as that was meant to be.

We had the time of our lives. We lived the life we’ve always wanted in six days: we fell in love, we made love, we laughed, we took care of each other, you left, I tried to go on.

I know this is impossible for both us. I don’t care if it’s the distance, how young we are, your problems, my problems or knowing that everything has an end and we prefer to keep this in the safety zone rather than take a risk and destroy what we have.

What we had. I don’t have a hope in heaven anymore; I guess it’s time to trust in time and how it makes us to forget the feelings once we had.  

To E. for the last time


Como enamorarte de la persona correcta en el momento equivocado

El amor. El tema estrella donde todo el mundo puede opinar y cada vez aparecerán ideas más dispares y descabelladas. El amor. Ese tema en el cual todo el mundo es un entendido, o bien por no haberlo sentido jamás o por haberlo sufrido demasiado. Desde luego es un tema mucho más interesante y controvertido que la política.

¿Y qué sé yo del amor? Pero lo más importante, ¿a quién puñetas le importa que sepa yo del amor? Aún sabiendo que a nadie le interesa, siento que realmente sé algo del amor, y, aun más, creo que es de las pocas cosas que sé y que me puedo fiar de que sé.

He estado enamorada. Es algo que puedo tachar de mi lista de cosas por hacer, porque sí, tengo una lista de cosas por hacer, y sí, en ella estaba “enamorarse, saber que se siente”. Pues bien, ya sé que se siente, y realmente no puedo pensar en un sentimiento que me transmita mas tranquilidad, seguridad y cariño. Que me llene tanto. No creo que se pueda explicar con palabras, ni creo que se pueda entender hasta que no se vive. Ni hacerse una idea. Creo que es un sentimiento tan fuerte que debe pasar veces contadas en la vida: una, dos, máximo tres. Puedes querer mucho a alguien, pero enamorarse está en otro nivel. Juega en otra liga, no hay nada que hacer, y no pasa nada, sólo hay que aceptarlo, y subestimar el hecho de querer mucho a una pareja. Querer a alguien y que sea correspondido es uno de los hechos más bonitos que dos personas pueden experimentar durante su vida, y no hay que quitarle méritos, sino atribuirle más al enamorarse. Sentir lo afortunados que somos al llegar a enamorarnos. Disfrutarlo al máximo. Dar las gracias cada momento de nuestras vidas.

Me he enamorado, pero hace ya cuatro meses que aquello acabó. Cada día sigo pensando en él, en lo feliz que me ha llegado a hacer, y hasta hace poco vivía con el miedo y la certeza que nunca encontraría a alguien como él, porque sé que me había enamorado. Decirle adiós fue duro, y más sabiendo que él no quería que aquello acabase. Sabiendo que no entendía lo que yo sentía. Que le había querido, que le quería, que lo quiero y que lo querré siempre. ¿Cómo le haces entender eso a la persona de la cual has estado enamorada viendo que él no quiere desaparecer de tu lado? Todavía me consuelo pensando que, con el tiempo y la distancia, lo entenderá si de verdad ha estado enamorado de mi. Quizá sólo me quería, pero con el tiempo se enamore y lo entienda. Sólo puedo especular y esperar para que, con un poco de suerte, algún día nuestros caminos se encuentren por un momento, y podamos cerrar ese libro que se abrió a mediados de marzo de hace ya 3 años y medio. Todo el mundo necesita un final.

Aún teniendo los pensamientos más o menos ordenados, siempre aparecerá la misma pregunta rondando al lado de estos: ¿por qué se acabó si estaba enamorada? No creo que sea la persona equivocada ni mucho menos, sé que él es la persona, “the one”. Pero nos hemos conocido en el momento equivocado y seguramente en el sitio equivocado. Pero sobretodo el momento equivocado. El amor puede no distinguir en edades ni en personas, pero los hechos son claros: una persona de 16 años cambia, y cuando cumple 17 quiere cambiar más, y cuando cumple 18 años quiere descubrir mundo, y cuando tiene 19 años… cuando tiene 19 años quiere saborear la libertad hasta empacharse.

No pretendo auto engañarme, excusarme o convencer a nadie, simplemente lo creo, está allí, en el fondo y no tan fondo de mi cabeza, y dejar constancia de ello no parece la idea más descabellada del mundo.