lunes, 25 de agosto de 2008

The best half part of us.

Deja de una vez a parte las formalidades, sabes que conmigo no van.
Reapareces al cabo de tres años y te presentas a la puerta de mi casa cual Romeo debajo del balcón de Julieta aún sabiendo que siempre he odiado la gente así. ¿Donde has dejado tú cabeza? Me suplicas que baje, sin darme explicaciones, como si nunca hubiera habido un adiós, hasta siempre. ¿En que estás pensando? Que te piensas que soy, ¿un libro el cual puedes ir a buscar o abandonar a gusto del consumidor? Diciendote que no, me continuas suplicando y sí, me hielas. Tus melodiosas palabras, tu dulce voz empieza a hacer el mismo efecto que siempre habia tenido sobre mí. Ya sabes, me quedo sin palabras, inmóbil, cautibada. Y bajo corriendo en medio de la oscuridad, con la sudadera que me regalaste cuando nos conocimos que aunque pasen los años me sigue viniendo gigante. Y casi me tropiezo, como siempre. Y de repente te encuentro allí, mirandome, con la sonrisa de siempre pero más guapo que nunca y se me vuelven a borrar todas las palabras que habia medido milímetro a milímetro y guardado para decirte ahora mismo.
Ahora ya me da todo igual, estoy en tus brazos y nada me puede pasar, y el dolor de todo este tiempo, de estos tres años, de estos trenta y seis meses, de estos mil noventa y cinco dias se borra y se lo lleva el viento como el pétalo de una rosa.

1 comentario:

Skydreams dijo...

Digamos que no somos blandas, sino dulces, y que por eso tienen una segunda oportunidad.