domingo, 30 de agosto de 2009

Monotema recurrente

Para que engañarnos, constantemente hago balances de mi vida. Al ser tan constantes es posible que ya, más que balances, sean reflexiones personales sobre la vida que vivo, llevo, experimento, conduzco... la diferencia con una reflexión típica y tópica, la reflexionis vulgaris, es que siempre les pongo contexto. Introduzco datos del pasado, antiguas experiencias, comparaciones, similitudes... sean o no sean irrelevantes al lado de esa reflexión.
El otro día estaba inmersa en una de mis pequeños balances reflexionables, cuando me di cuenta de lo monotemática que llego a ser cuando escribo, cuando me expreso. Sólo existe un tema en mi mundo de libretas, hojas cuadriculadas, sábados de la agenda y blog. Un tema nada original y que aún así he conseguido reinventar odiándolo, buscándolo, rechazándolo, fingiéndolo, demostrándolo, reuyéndolo, guardándolo, escondiéndolo, hablando de él en primera, en segunda y en tercera persona del singular y del plural... Hablar de algo que no deseas, que te falta, que no quieres encontrar, o bien crees que no quieres encontrar, que aseguras que no existes, que te empeñas en demostrar que no tiene seriedad ninguna, que no te agrada, que lo desprecias, al fin y al cabo es hablar de ello, aunque sea de forma negativa. Muchas veces cometemos el error de creer que no hablamos de algo porque no nos interesa por el simple hecho que no nos gusta, no estamos conformes con ello... pero en el momento en que ya damos esa opinión, afirmamos nuestra negación hacia ello, hasta cuando lo criticamos, ya estamos hablando de ello, ya estamos alimentando ese tema.
Ese ha sido mi gran error, alimentar algo que no me ha gustado, de lo que he huído y por lo que he estado, o estoy atrapada.