jueves, 8 de abril de 2010

Infancia

Mi infancia estuvo marcada por tres grandes crisis que siempre recordaré: la primera, a los 6 años. Mi prima, a la cual estaba muy unida, acababa de morir de cáncer. Estuvo 11 meses del hospital a casa y de casa al hospital, su larga cabellera rubia desapareció y, un día de abril (si no recuerdo mal) murió. Yo acababa de llegar de ver a mis abuelos, que habian estado de viaje en Méjico quince días, y mi madre me lo dijo. Estuve dos horas encerrada en la habitación llorando, y realmente no sabia porque, o sí. Es posible que ese día comprendiera tres cosas, una de ellas érronea: qué era la muerte, que ésta no se producía sólo cuando uno es viejito o está en la guerra y que yo también me moriria cuando cumpliera los nueve años (edad de mi prima) de cáncer. Viví tres años aterrorizada, esperando mi fin, que, obviamente, no llegó.
Y el fin de la primera gran crisis dió lugar, un año después, a la segunda: mi madre se quedó embarazada, lo que suponía que tendría un hermanito, cosa que deseaba desde hacía bastante tiempo, pero como es la vida, que ese hermanito nunca llegó a crecer ni a ser mi hermanito de verdad. Hablando mal, una putada bastante grande para todos en general. Supongo que el día en que me explicaron que ya no vería crecerlo, ni podría molestarlo, ni enseñarle cosas, entendí tres cosas, una de ellas érronea: que la muerte arrasa con todo aquello que toca (no sólo al muerto en sí), que la gente moría no sólo cuando se hacian viejitos, están en una guerra o les coge cáncer y que la vida, a partir de ese momento, siempre seria una mierda. No puedo decir que la vida sea de color rosa, pero no siempre es una mierda.
Por último, que no menos importante, está la tercera crisis, a las puertas de la preadolescencia: me empezaba a llegar información sobre lo que me esperaba, es decir, tabaco, drogas y sexo. Y me entró el miedo. No me quería hacer mayor porque sabia que acabaría cayendo en todo aquello que sabia que seria malo para mi y que no lo veria ya que estaria demasiado ocupada fumando y comprando marihuana. Durante mis largos monólogos internos, me prometí varias cosas, y hoy, recordándolo, he aprendido tres cosas, y espero que una de ellas sea érronea: que me he autotraicionado, que últimamente fumo demasiado y que acabaré mal.

5 comentarios:

Jo G. dijo...

Siempre puedes dejarlo :)

Elo dijo...

1) No vas a acabar mal, porque siempre nos tendras a nosotras para darte la mano cuando estes demasiado abajo para ver la luz
2) Estoy de acuerdo con Mariajo
3) Te quiero :)

Anónimo dijo...

Creo que tu problema tiene solucion.
solo esta en vos..

E agora para algo con pateta mente diferencial dijo...

ok últimamente fumas demasiado y vas a acabar mal.
no Te quiero :) cambia de vicios
prende xocoatl o té
masca-lo, toma rape nicotina en la piel et coetera

Jo G. dijo...

falta la que está fent la fotoo!! :)