jueves, 3 de marzo de 2011

Hombres con traje (parte II)

Hace poco más de un año, si mal no recuerdo dos, solía pasar un mediodía a la semana en la Diagonal de Barcelona, allá por la altura de Sarrià. En el tiempo libre que obtenía después de haberme comprado el café más grande del mundo o bien haber ido a comer al restaurante japonés de japoneses, me dedicaba a observar la gente que pasaba. Poco tiempo me llevó llegar a observar que el tipo de hombres, personas que deambulaban por allí a esa hora eran los bautizados por mí (con mucho ingenio y astucia) como hombres con traje.
Está claro que muy original no fui, y que evidentemente me refería a los hombres trajeados, trabajadores de grandes empresas multinacionales, o no. Hombres que nunca te miraban, que iban con el paso seguro, hacía adelante, sin mirar atrás, seguros de si mismo y con la total certeza que sólo existía un camino, ese que estaban siguiendo.
Hoy, ya hace más de medio año que no voy por allí, y en consecuencia, no me los encuentro. Pero también hace menos de medio año que voy a la universidad. A consecuencia de ello, cada día recorro un largo túnel que me permite llegar a la línea de metro que va a la facultad después de 30 minutos de tren y con 20 minutos de metro por delante. En todo ese tiempo de trayecto me da tiempo de observar detenidamente a la gente, y entre toda la variedad que he podido encontrar en las
aglomeraciones de cada día, he captado un prototipo totalmente definido: los señores con traje FELICES. Sí, son señores con traje, como los otros, pero estos parecen ser y vivir felices. Estos miran atrás aún con seguridad, te sonríen, te ceden el paso, se apartan si están en medio y te piden disculpas... en definitiva, son señores con traje sólo de vista. Y es increíble, porque tienen la misma pinta que los otros. Algunos de ellos seguramente trabajen de lo mismo que los otros, o en cargos hasta más importantes. Pero estos parecen... personas.

Bendito transporte público que nos pone a todos al mismo nivel.

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