miércoles, 26 de noviembre de 2008

Pan de amor

Si es que hay que joderse.
Hoy ha sido un día normal, no tan normal como para no aparecer en el calendario ni tan especial como para estar marcado en rojo ni nada por el estilo.
Simplemente un dia de excursión con una tramuntana que déunido, un paseo en barca por unas cisternas gigantes al lado de un chico muy majo que aunque decía haberse sacado el bachillerato haciendo chuletas sabía bastante de lo que tenia que saber, un paseo en jeep por la fortaleza más grande de Europa y muchos "i can do more" (eso sí, al estilo marca de la casa).
Pero la sorpresa mía ha sido al recibir la llamada de mi amada madre y decirme que vaya a buscar el pan. Yo, la persona que no va a buscar nunca el pan tenia que ir a buscarlo. Vale, no es tan trágico como lo acabo de describir, es más, me da igual ir a buscar o no el pan, no me venía de dos minutos.
Cojo el L61 con dos euros prestados en mano, Sant Feliu, Molins, Sant Vicenç y una parada antes. Cruzo, entro, oh no, la abuela pesada de la petarda y uno de los hermanos numerosos de la família rubia. Me espero y voy observando los panes ya que no sabía el nombre del que quería pero sí su forma. Y mi indignación sube a su máximo cuando leo como se llama el pan. Hola que tal que quieres, un pan de amor. Si, he pedido un pan de amor. Le doy 70 céntimos (encima es barato), me da el pan envuelto en ese papel que siempre creo que debe ser muy poco higiénico y me voy por dónde he salido.
Cruzo, ando y entro en casa. Le doy el pan a mi madre (muy feliz que lo haya comprado), me siento en el sofá y decido ir al ordenador para escribir lo indignada que estoy por haber comprado, que digo, porque exista un pan que se llame pan de amor.

Y encima vale 70 céntimos.

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