miércoles, 10 de diciembre de 2008

"Cogito, ergo sum."

Hacer lo que quieres hacer o hacer lo que debes hacer, seguir con tus obligaciones o romper con tus obligaciones, cambiar de vida o esperar que cambie (si ha de cambiar). Y así un sinfín de preguntas de si quiero no me las acabo.
Si decido pensar en otras cosas, vuelven. Si decido dejar que el tiempo pase y que ya se solucionarán, vuelven. Si intento verlo desde otro punto de vista, neutralizarlo, vuelven.
Vale espera, una idea: intenta resolverlas. Ah no, que todavía es peor. O se crean más o vuelves a lo de siempre: la edad.
Espera que esta almenos sí me la sé: Puede ser que a los 16 años no esté el horno para bollos (hablando claro), pero resulta que sí es el momento en el cual tienes que escojer muchas cosas, así que a mi, la tonteria de la edad ya no me sirve. Es lo que hay, o lo tomas o lo dejas, o me aceptas como soy junto a mis decisiones, o simplemente te limitas a tu papel como conocido/a, padre, madre, amigo/a. Y eso si que lo tengo claro, soy quien soy, como soy, cada vez más como quiero y no lo pienso cambiar por nada. Lo siento si no te gusta lo que pienso, lo que quiero hacer con mi vida, donde quiero vivir, que quiero estudiar,... es mi decisión. ¿Que puede que cambie? Claro. ¿Que puede que entonces te guste más o menos? Pues es lo que hay. Pero no hay cosa que me duela más que ver y oír por parte de gente que quiero y que (representa) me quiere más que desaprovaciones, recriminaciones, burlas indirectas, malas caras y un largo etcétera en el cual no quiero recrearme más, porque se me saltan las lágrimas.
Creo que ya tengo las cosas suficiente negras como para encima no obtener ni un mínimo de apoyo, almenos sólo por el hecho de verme un poco más feliz y hacerme las cosas muchísimo más fácil, porque aunque no lo muestre, vuestra opinión es lo que realmente me da fuerza y me anima.
Sinceramente, todo esto ya no me lleva a ningún sitio. Las cosas están empezando a restar todavía más sentido.

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